El cirujano ortopédico ante las lumbalgias «sin hallazgos»
F. GOMAR
RESUMEN
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La lumbalgia sin hallazgos es aquel cuadro clínico en el que el único síntoma es el dolor lumbar que aqueja el paciente; estos pacientes constituyen una mayor proporción en las actuales consultas de los ortopedas y no tanto como podría esperarse en las de los psiquiatras. Se considera lo que la espalda representa en la interpretación psicológica del esquema corporal. Las vías para la transmisión del dolor, en especial del «gate control» de Melzack y Wall, desde los receptores hasta la corteza cerebral. Se distingue el dolor «sensación» del «dolor sufrimiento». Se estudia la significación biológica del dolor y su psicodinámica. Bajo el punto de vista cibernético, el dolor más que una señal, es un «ruido» en el circuito cibernético. Bioquímicamente, la serotonina no es sólo el «neurotransmisor» en el «gate control», también un bajo nivel de la misma es propio de los estados de depresión.
La exploración de estos enfermos con los tests psicológicos demuestra en todos los pacientes un estado de ansiedad y angustia, sin embargo, el paciente niega la existencia de cualquier conflicto psicológico y se explica porqué somatizar su conflicto con el dolor lumbar, ha resuelto su problema. El perfil psicológico de estos pacientes se caracteriza por la dificultad que tienen para establecer relaciones interpersonales, junto a sentimiento de culpa y a una valoración del dolor como medio para purgarla.
El número de estos pacientes «algófilos» ha aumentado por los factores sociológicos que la civilización técnica actual ha llevado consigo. El dolor es la respuesta de conducta ante estos conflictos expresado por un modelo de aprendizaje de su medio familiar o laboral. En las clínicas nos encontramos individuos «algófilos» con cuadros crónicos o de aparición intermitente.
Los ortopedas debemos estar preparados para atender a estos pacientes que buscan en nosotros la cirugía como «punición», y en lo que hemos de ser muy cautos. Siempre fracasa la psicoterapia hecha por psiquiatras, igualmente el tratamiento en las modernas Unidades del Dolor o con la hipnosis. Nuestras posibilidades son, primero dedicarles una larga anamnesis, asegurarnos de ,que no hay lesión somática y recurrir a los psicofármacos, particularmente los cloradiacepóxidos y la aminotriptilina, y estar dispuestos a verlos muchas veces porque necesitan el «dolor» y a nosotros para reajustar su vida.